Todo emprendimiento humano requiere tres cosas para realizarlo, estas son, claridad de lo que se desea lograr, el talento para hacerlo y los recursos necesarios. Si alguno de los tres no está no hay forma de ejecutarlo.
Un ejemplo que en medio de esta pelazón parece irreal. Usted quiere conocer Europa. Lo primero es informarse, tal vez lea experiencias o pregunte a sus amigos la mejor manera de realizarlo. Deberá seleccionar algunos Países, leer sobre ellos, crear un recorrido de lo que hará en cada ciudad, visitar museos, probar sus comidas, ir al teatro, en resumen, debe ponerle claridad al plan de lo que va a hacer para lograr su objetivo.
Luego requerirá de su talento y el de muchos otros para reservar los pasajes de avión y los hoteles, deberá adquirir algo de ropa especial si hay frío, actualizar el pasaporte, obtener visa y, por supuesto, todo esto requiere de dinero.
Esta especie de banqueta de tres patas, claridad del objetivo, talento y recursos, se repite en todo lo que planeamos hacer desde lo más sencillo hasta lo más complejo, así que lo político no se escapa a esta troica.
Para que se entienda mejor su relación con la política de estos tiempos, haremos el análisis al revés, o sea, empezando con el gobierno de transición.
Sabemos que, una vez que se logre el fin de la usurpación, se debe nombrar un gobierno de transición, que tendrá el objetivo de reconstruir el País, pues, por donde se mire, este está vuelto flecos, ya sean carreteras, hospitales, medios de comunicación, libertad de prensa, electricidad, cárceles y un kilométrico etc.
Para resolver estos miles de problemas, se ha venido desarrollando el Plan País donde ya hay muchos listados sobre lo que hay que hacer para la recuperación. Esta es una de las patas de la banqueta y luce bien.
El talento para llevar a cabo ese Plan País existe, unos están aquí otros fuera, pero Venezuela tiene muchísimos adultos talentosos para todas las áreas del proceso de recuperación. Esta es la segunda pata de la banqueta y también luce bien. Finalmente, los recursos para la recuperación se están tramitando con la banca internacional y muchos capitales privados han adelantado su deseo de participar en este difícil pero hermoso proceso de recuperación.
En resumen, para hacer el gobierno de transición estamos preparados, pues tenemos las tres patas cubiertas y habría entonces una razonable probabilidad de que todo resulte bien.
Pero vamos ahora con el paso inicial que es el fin de la usurpación. En realidad, lo del fin de la usurpación solo tiene el nombre y una idea genérica sobre la salida de Maduro y su combo. Cuando empezamos a preguntar cómo se come eso y cómo se va a realizar, salen teorías de todo tipo que van desde una invasión interplanetaria que arrasa con todo espécimen rojo que se mueva, hasta las tácticas suavecitas de enviar flores y tarjetas delicadas para que no se enoje el usurpador. Apartando las propuestas extremas, aún las más sensatas deben enfrentarse a una realidad de cambios frecuentes en los escenarios internos y externos.
De pronto Guaidó ataca y le quita Citgo al régimen y el régimen entonces mete preso al vicepresidente de la AN en un continuo forcejeo y nuevas circunstancias que dificultan formular una ruta. De repente pareciera que los gringos van a invadir y al día siguiente apoyan la negociación y la paciencia. Todo este horizonte deslizante y cambiante hace imposible establecer la forma de alcanzar el objetivo y entonces esta importante pata de la mesa, en realidad, es casi un fantasma.
La pata del talento existe, pero frente a la poca claridad de cómo llegar al objetivo, es poco útil, y en cuanto a la tercera pata, la de los recursos, pues pareciera que tampoco abundan y eso enreda algo más el asunto.
¿Qué hacer? ¿Qué tranca el proceso? Lo primero es entender que esto es un combate similar al boxeo y por lo tanto no se puede planificar que, por ejemplo, en el round 6, derribaré al otro, pues el otro también pelea y cambia los escenarios con facilidad. Así que lo sensato es seguir peleando, amenazando, blufeando, girando, declarando, gritando, presionando, condenando, sancionando para que el contrario se debilite y obligarle a pactar finalmente una salida. Si no ocurre una salida pacífica pues posiblemente habrá una de fuerza, la cual es mucho más sencilla de ejecutar pues allí ya no hay cambios de ruta y esa pata de la mesa aparece entonces con absoluta claridad.
Debemos tener paciencia pues para definir esto falta poco. Esperemos que no sea necesaria una salida violenta. Veremos.
Eugenio Montoro