El gobierno de Trump aceptó iniciar conversaciones con uno de los jefes del conglomerado de organizaciones criminales en Venezuela con el objetivo de aumentar la presión para la salida de Maduro del poder, informó The Associated Press el pasado domingo.
Por otro lado, la estrategia del diálogo, liderada por el gobierno de Noruega, para salir de la crisis de gobernabilidad de manera pacífica y democrática está en un punto muerto.
Desde 2004 el problema básico para derrotar el autoritarismo en Venezuela ha sido conceptual: la tendencia a aplicar reglas republicanas para restituir el Estado democrático de derecho en un contexto en el que no encaja el Estado mafioso o Empresa Criminal.
Este año la estrategia de las fuerzas democráticas del país bolivariano y de más de 50 gobiernos democráticos que desconocen la legitimidad de origen de régimen de Maduro ha sido la lucha política no violenta dentro de Venezuela y la aplicación de sanciones a personas naturales y jurídicas, y empresas del Estado venezolano por parte de los gobiernos aliados: Estados Unidos, Canadá, Suiza, Panamá, Brasil y Reino Unido; con el objetivo de producir una ruptura de la unidad de mando en el conglomerado de organizaciones criminales y dentro de la dictadura.
Esta estrategia no ha logrado aún la salida del régimen usurpador, porque Maduro y sus aliados (Rusia, Cuba, China, Turquía, Irán, Ejército de Liberación Nacional de Colombia, Foro de Sao Paulo, los imperios criminales) utilizan la lógica emocional mediante la aplicación de la guerra asimétrica, que busca el control social de la población; el desgaste de la lucha y el liderazgo de las fuerzas democráticas; y el cansancio de la comunidad internacional.
Guaidó y los gobiernos aliados pierden al no lograr la salida política y democrática a la crisis de Venezuela, mientras Maduro y su aliados ganan al sobrevivir en la presidencia de Venezuela y mantener la operación de las actividades ilícitas a través del país.
A tal punto que de los 20 años de los gobiernos de Chávez y Maduro, 17 han transcurrido en diálogos entre el régimen autoritario y las fuerzas democráticas, con el establecimiento de 9 mesas de diálogo. En consecuencia, el conglomerado de organizaciones criminales en Venezuela ha permanecido en el poder comprando tiempo a través del diálogo –una praxis transferida al régimen de Daniel Ortega en Nicaragua–.
Un ejemplo reciente del enfrentamiento de las estrategias usadas en Venezuela es el estrangulamiento financiero al régimen de Maduro por parte de Estados Unidos, y el reabastecimiento de alimentos y medicinas en las zonas urbanas de Venezuela, en la que viven 28.562.720 personas, equivalente a 82% del total de venezolanos, según los datos 2019 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El Tesoro de los Estados Unidos sancionó el Banco Central de Venezuela en abril, porque esta institución financiera era “crucial para mantener a Maduro en el poder –incluso a través de su control de la transferencia de oro por moneda–”. Casi un mes después, el régimen de Maduro liberó el mercado cambiario tras 16 años de control y manejo sin límites por parte del Estado mafioso.
La liberalización del control cambiario ha permitido a los bancos privados abrir sus mesas de cambio sin límites de montos ni controles sobre la tasa. Lo que ha traído el florecimiento de establecimientos con productos importados conocidos como bodegones que venden delicateses: queso de cabra o de búfala, distintos tipos de cortes de carne y cordero, variedad de almendras y frutos secos y muchas golosinas. Algunos de estos productos también se encuentran en abastos populares. Lo mismo ocurre con el suministro de medicinas. Las farmacias vuelven a tener los anaqueles abastecidos.
Hay que recordar que la falta de divisas, por la caída de las exportaciones, y el financiamiento del gasto público, con la emisión de bolívares sin respaldo en la producción de bienes y servicios, han fomentado la escasez de alimentos y medicinas durante el régimen de Maduro, causando el gran éxodo de venezolanos durante el período 2015-2019 (5.000 personas promedio diario).
La medida que busca cortar el financiamiento del entorno que sostiene a Maduro produjo la dolarización de la economía venezolana, permitiendo el funcionamiento del mercado en divisas.
Hoy, los trabajadores artesanales y manuales cobran en divisas y tienen acceso a la alimentos y medicinas, sobre todo en las zonas urbanas. De la misma manera sucede con las familias que reciben remesas del exterior y la clase media-alta y alta del país. Hoy este sector puede estar alcanzando 30% de la población económicamente activa de Venezuela.
La brecha ocurre con los que reciben un salario en bolívares, los empleados públicos y los jubilados, y con la población que vive en la pobreza. Este grupo compone 38% del total de venezolanos.