¿Tiene tiempo Maduro para una salida negociada?

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El dictador Nicolás Maduro evalúa su futuro que podría estar en República Dominicana si alcanza una negociación eficaz con la oposición y los Estados Unidos.


La imagen se repite una y otra vez en la cabeza del dictador. Confía en un puñado cada vez menos nutrido de cómplices que le relatan una realidad a su medida. Pero su imaginación lo retrotrae a esas fotografías que muestran cómo otros hombres todopoderosos de América Latina terminaron en prisión. O extraditados. O asesinados.

Nicolás Maduro sospecha que aquella realidad que le recrean para mantenerlo animado no es tan factible en un futuro próximo y que sus tiempos se acortan. Sabe que ya no cuenta con el apoyo popular que en otra época pudo haberlo sostenido en lo más alto de la pirámide chavista. Y que también el apoyo externo es cada vez más frágil. Más allá de Barbados. Más allá de Juan Guaidó. Más allá de todo. Su era está acabada.

El hombre señalado por el «informe Bachelet» quedó golpeado y abrumado desde que se conociera el contenido del devastador documento de las Naciones Unidas (ONU) el pasado 4 de julio. Allí se reflejaron los infames métodos que sus fuerzas -regulares y parapoliciales- ejecutan contra la población civil y contra quienes se animen a levantar sus voces.

La información que la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU dio a conocer al mundo no hizo más que rubricar lo que se denunciaba a viva voz sobre las atrocidades que la dictadura de Miraflores desde hace años. A los gritos, lo hacían opositores venezolanos y medios independientes que una y otra vez fueron torturados o censurados, respectivamente. Pero el organismo internacional dejó al descubierto al mandamás que jura conversar con pájaros. A su merced. Desnudo. Tanto que sus socios tampoco pudieron contradecir el material aportado por la ex presidente chilena.

Rusia, Irán, Cuba y China fue poco lo que agregaron una vez hechas públicas las revelaciones. Maduro quedó en soledad quejándose por su contenido. Diosdado Cabello y algún otro jerarca alzaron la voz. Las conversaciones en Barbados representan por estos días, pues, la única puerta de salida decorosa de la cual se sujeta.

Pero no será gratis, sino con una condición: el usurpador de Miraflores -como llama toda la oposición al heredero de Hugo Chávez– no podrá presentarse en las próximas elecciones -de concretarse- pero tampoco podrá eregirse como el garante de la transición democrática en Venezuela. Un sueño de algún colaborador con tufillo a trasnoche.

«Maduro y sus cómplices se tienen que ir de Venezuela», dijo el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo el pasado viernes cuando fue entrevistado por Infobae y consultado sobre las negociaciones en la pequeña isla caribeña. El funcionario conoce como pocos las minucias de lo que ocurre allí. Repitió varias veces durante el encuentro con este medio la misma condición: el déspota deberá abandonar el país.

Hoy el diario El Nuevo Herald publicó un artículo en el que deja entrever un recurso similar. «Estados Unidos ofrecería a Maduro garantías para su salida de Venezuela», escribió la periodista Nora Gámez Torres quien cita a una alta fuente de la Casa Blanca que entreabre la posibilidad de que el déspota pueda refugiarse en República Dominicana. Pompeo ya había anticipado algo.

Esa nación caribeña es un enclave chavista. Un paraíso a medida. Allí viven y hacen negocios cientos de empresarios, políticos y «enchufados» que gozan de la flexibilidad de sus anfitriones. Washington podría tolerar la huida del dictador a aquella isla para destrabar definitivamente el estancamiento político en el que se encuentra inmerso el país latinoamericano. ¿Y así respaldar un proceso electoral sin Maduro en el poder?

Es allí cuando el jefe del régimen comienza con las fantasías que deberán cesar si pretende la salida. Cree que colocando a un sucesor podría contener una cuota de poder. Es por ello que sueña con elevar a los altares más altos del chavismo a Héctor Rodríguez, actual gobernador del estado de Miranda y uno de sus delegados en Barbados. La composición ideológica del joven dirigente responde a lo más puro del Socialismo del Siglo XXI.

«Es el momento de que Estados Unidos y los países del Grupo de Lima le ofrezcan una salida en un tiempo definido. Y si no la toma, las medidas se van a endurecer mucho, mucho más», afirmó en una entrevista con la agencia española EFE el encargado de América Latina en la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone. «Ese plazo es inmediato y ya se lo hemos comunicado indirectamente con personas en quien él confía. Es importante que también los países del Grupo de Lima hagan lo mismo», añadió el asesor del presidente Donald Trump.

Otro punto es clave en este proceso. Cuba. Los resortes represivos de Caracas están infiltrados por militares y agentes de inteligencia enviados desde La Habana. Son quienes diagraman parte de la estrategia para sobrevivir en Miraflores. Ellos también deben abandonar la nación. No hay margen de negociación en ese punto.

El caraqueño reconoce que ésa podría ser la última oferta que escuche antes de que otros tipos de mecanismos -legales o ¿militares?- se activen para expulsarlo del poder. Es en esos instantes de soledad cuando las imágenes de otros militares -y sus finales- se encienden en su cabeza: Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla, Manuel Noriega o Anastasio Somoza. El reporte elaborado por Michelle Bachelet abre puertas de todo tipo.

Infobae/ Laureano Pérez Izquierdo / @TotiPI